sábado, 20 de junio de 2009

Los estudiantes y la tecnología

La presencia de las tecnologías de la información y comunicación (TIC) en mi vida es simplemente una realidad que no cuestiono ya que las posibilidades, ventajas o resultados de este hacer con ellas provoca un cambio y un acrecentamiento en mi formación y actualización, no sólo como docente sino como persona, en todas mis actividades.
Las decisiones que tomo vinculadas al uso de la tecnología en el aula están basadas en la reflexión. En mi ámbito laboral de un barrio ubicado en el conurbano bonaerense, la incorporación de las TIC esta vinculada a problemas económicos, sociales y tecnológicos en lo que se denomina la brecha digital como una extensión de problemas, por falta de trabajo o subempleo, de edad, de oferta educativa y de recursos. Por lo tanto es mi obligación como docente investigar la realidad áulica y del entorno para que la tecnología forme parte de los procesos de enseñanza aprendizaje y que los estudiantes se apropien de los nuevos medios, ya que están presentes cada vez más en todos los ámbitos. Alumnos y alumnas en ese contexto de pobreza no lo demandan por falta de conocimiento de la existencia de ellas.
El profesor Manuel Castells hace referencia a Internet, como posible factor de exclusión. La argumentación que plantea es la siguiente:“El factor de exclusión mas importante es y será el acceso al trabajo y a la carrera profesional, y antes el nivel educativo, porque sin educación la tecnología no sirve para nada”. Creo que la tecnología es una utopía para muchos sectores escolares que apenas cuentan con 1 o 2 computadoras por escuela y apenas uno de cada 20 alumnos tiene acceso a la red, no hay cibers por la zona, bibliotecas u organizaciones cercanas con proyectos tecnológicos para la comunidad.
Otra reflexión seria el exceso de optimismo que algunos docentes de la escuela y yo depositamos en la participación en trabajos colaborativos o concursos por Internet. Docentes y alumnos sorteamos toda clase de obstáculos para poder participar, tanto de infraestructura, de computadoras, de conexiones, de recursos, de saberes, de planificaciones de enseñanza aprendizaje que responden a tiempos pasados sin innovación ni creatividad. No obstante, con la motivación intrínsica de unos pocos alumnos construimos un producto que subimos a la Web y lo mostramos con orgullo, y nos llenamos de satisfacción de poder comunicar nuestras realidades y de realizar intercambios con escuelas publicas y/ o privadas de distintos niveles educativos y de regiones geográficas que nunca alcanzaríamos a visitar.
Y es aquí donde me detengo pensando que en realidad no alcanza lo que hacemos porque no eleva la calidad de vida de los estudiantes que es muy poco lo que se pueden apropiar en los tiempos de la escuela, a su vez sabiendo que en el contexto de exclusión que viven la tecnología seguirá siendo un componente ajeno en las actividades de nuestros estudiantes.
Me parece oportuna mencionar la definición de innovación educativa que propone Landow: “La innovación educativa es el conjunto de iniciativas que inducen a los profesionales a pensar de un modo nuevo en la forma que tienen de hacer sus tareas. No se trata de un manejo ambicioso del concepto en el sentido de que los cambios venidos de la innovación sean radicales o totales, sino que esos nuevos modos de hacer las cosas puedan conducir a un cambio beneficioso, aunque no tenga éxito o no dure mucho tiempo”.
Creo que lo importante, más allá del éxito o fracaso de un proyecto tecnológico es repensar actividades de innovación en las planificaciones, ponerlas en acción, exigir ante las autoridades medios para llevarlas al aula, observar los procesos y resultados para volver a reflexionar y seguir construyendo.
Finalizo el artículo con un dicho de Pericles: “La reflexión es indecisión y el atrevimiento es ignorancia”.

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